No seas amable conmigo

En el caótico café de la esquina, Joaquín y Diego se encontraron de nuevo después de semanas de evitarse mutuamente. Las miradas entre ellos chispeaban con una mezcla de deseos contenidos y rencores guardados en lo más profundo de sus corazones. Diego rompió el incómodo silencio primero, con una sonrisa forzada pero amable. "Joaquín, tenemos que hablar", susurró, con la voz temblorosa. Pero antes de que pudiera terminar su frase, Joaquín lo interrumpió con una mirada fría y distante. "Ya es suficiente, Diego. No seas amable conmigo", murmuró Joaquín, con los ojos llenos de dolor y determinación. Diego sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de que las palabras de Joaquín eran más que una simple petición; eran un ultimátum, un giro inesperado en su historia compartida. Entre susurros cortantes y miradas llenas de reproche, la tensión entre ellos alcanzó su punto máximo. Joaquín y Diego, dos almas conectadas por la pasión y el sufrimiento, se enfrentaban a un dilema: ceder al amor que los consumía o sucumbir a los secretos que amenazaban con separarlos para siempre. En medio del silencio atronador, Joaquín y Diego se prepararon para una confrontación que cambiaría el curso de sus destinos entrelazados. En un último esfuerzo por encontrar la redención, Joaquín se armó de valor y confesó sus más oscuros secretos, mientras Diego luchaba por encontrar la fuerza para perdonar y seguir adelante. "No seas amable conmigo", repitió Joaquín, esta vez con una nota de súplica en su voz. Diego finalmente entendió que la única manera de sanar sus corazones rotos era confrontar la verdad, sin importar cuán dolorosa fuera. En ese pequeño café, entre lágrimas y perdón, Joaquín y Diego se enfrentaron a su destino con valentía y esperanza, listos para dejar atrás el pasado y abrazar un futuro incierto pero lleno de promesas.